lunes, 10 de septiembre de 2012

Comer sano no garantiza una vida más larga - Faro de Vigo

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REUTERS/EP Cient?ficos del Instituto Nacional del Envejecimiento (NIA, en sus siglas en ingl?s) de Estados Unidos, que forma parte de los Institutos Nacionales de Salud, han concluido un estudio a largo plazo en macacos que muestra que llevar una dieta saludable no garantiza una mayor esperanza de vida en contra de lo que se pensaba, seg?n los resultados que publica esta semana la revista 'Nature'.

"Si hay una forma de manipular la dieta humana para vivir m?s, a?n no la hemos encontrado y quiz? no exista", ha reconocido el bi?logo Steven Austad, miembro del Instituto de Estudios sobre Longevidad y Envejecimiento Activo Barshop de la Universidad de Texas, que ha publicado un an?lisis sobre la investigaci?n en la misma revista.

Desde 1934, diferentes estudios han ido demostrando que ratas, ratones, moscas de la fruta y gusanos alimentados en laboratorio con un 10 a un 40 por ciento menos de calor?as que quienes llevan una alimentaci?n libre viv?an alrededor de un 30 por ciento m?s. De hecho, en algunas investigaciones, llegaron a vivir el doble de tiempo.

Estos hallazgos han ido generando una creciente comunidad de creyentes que buscan mejorar la salud y vivir m?s a trav?s de dietas cal?ricamente restringidas, y llev? a numerosas compa??as a desarrollar f?rmacos que imitaran los efectos de la restricci?n cal?rica.

?Sin embargo, este nuevo estudio rompe esta conexi?n entre comer sano y la prolongaci?n de la vida. El trabajo revel? que la mayor?a de los 57 macacos que consumieron dietas cal?ricamente restringidas ten?an corazones y sistemas inmunes m?s saludables y menores tasas de diabetes, c?ncer y otras enfermedades que los 64 monos que actuaron como grupo de control. Pero en cambio no hab?a ninguna recompensa en su longevidad.

"Uno puede argumentar que los animales cal?ricamente limitados eran m?s saludables", ha admitido Austad, que sin embargo insiste en que esto "no afecta a su longevidad".

La investigaci?n del Instituto Nacional del Envejecimiento, que arranc? en 1987, es uno de los dos estudios que han analizado hasta edad avanzada si comer apenas el 70 por ciento de las calor?as de una dieta est?ndar de laboratorio prolonga la vida.

El otro trabajo fue iniciado por el Centro Nacional para la Investigaci?n de Primates de Wisconsin en 1989, tambi?n con monos rhesus, cuya psicolog?a, gen?tica y per?odo de vida promedio (27 a?os) son m?s cercanos a los de los humanos que los roedores en los que se ha investigado previamente la restricci?n cal?rica.

Los resultados iniciales eran prometedores, ya que en 2006 informaron de que los monos a dieta ten?an sistemas inmunes que parec?an m?s j?venes y eran menos propensos a padecer problemas cardiacos, diabetes, c?ncer y otras enfermedades de la vejez.

Pero lo llamativo fue que, en 2009, el 80 por ciento de los monos de Wisconsin con una alimentaci?n no controlada hab?a muerto por enfermedades ligadas al envejecimiento, mientras que s?lo el 50 por ciento de los simios con restricci?n cal?rica hab?a fallecido.

Rompe con experiencias previas
En cambio, en este estudio han observado como los animales m?s ancianos de cada grupo ten?an la misma incidencia de tumores, problemas cardiacos y deterioro general. Mientras que los simios abstemios ten?an algunos indicadores de salud mejores, como los niveles de colesterol y triglic?ridos, lo que "a?n as? no se ha traducido en una mejor supervivencia", argumentan los autores.

Ni siquiera los monos que iniciaron la dieta m?s j?venes, entre su primer a?o de vida y los 14 a?os, mostraron ventaja alguna con respecto al grupo control. De hecho, lo llamativo fue que en estos casos sus indicadores de salud eran incluso peores.

Adem?s, se detectaron m?s fallecimientos por causas no relacionadas con el envejecimiento en este subgrupo de animales que iniciaron la restricci?n cal?rica cuando eran j?venes. "Quiz? una restricci?n cal?rica tan temprana les hace m?s susceptibles a la muerte por otras causas", dijo Austad.

Los equipos del NIA y de Wisconsin contin?an recopilando datos para ver si la restricci?n cal?rica demuestra ser m?s beneficiosa, algo que los autores del estudio ven poco probable a estas alturas de la investigaci?n.

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